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La crisis sanitaria y el problema de la formación del pensamiento conceptual

De cara al futuro próximo la Educación se verá muy probablemente avocada a realizar cambios estructurales y sustanciales en las actuales estrategias pedagógicas y metodológicas.

Pienso que ello ocurrirá, no sólo por la crisis sanitaria que estamos padeciendo, sino, incluso, gracias a ella.

El aprendizaje que están realizando actualmente los profesores y las instituciones del uso metodológico de las mediaciones virtuales seguramente se quedará. Y sin duda las instituciones educativas, a falta de un Proyecto Nacional que no se ve ni se ha pensado, sabrán aprovechar las circunstancias.

Quizá haya una mezcla entre la famosa formación presencial y la formación virtual, con cierto desbalance, qué, conociendo la forma de actuar del sistema económico que nos rige, creo, no sería difícil adivinar el sentido de tal desbalance.

Pero,

Más allá de los problemas de la calidad de la educación, surge una gran inquietud:

¿qué pasará con la formación y el desarrollo del pensamiento de los niños colombianos?

Qué pasará, si hasta el momento el actual sistema educativo presencial no ha sabido llevar a un feliz término el proceso cabal de desarrollo del pensamiento de una gran cantidad de los niños colombianos.

Se sabe que el niño tiene que pasar por una serie de etapas de desarrollo del pensamiento que van del pensamiento nocional al pensamiento conceptual y de allí, en la adolescencia, al pensamiento categorial. Sin cursar exitosamente estos procesos no tiene sentido hablar verdaderamente de pensamiento.


Hace algo más de diez años, Miguel y Julián De Zubiría, realizaron diversas investigaciones sobre las fases de desarrollo del pensamiento en los niños colombianos.

Entre las conclusiones de una de esas investigaciones ellos destacan el siguiente problema que desde entonces hasta hoy es alarmante:

Todo indica que en la escuela primaria es muy escasa la construcción de conceptos y en consecuencia el desarrollo verdaderamente intelectual.

A pesar de los vientos de renovación pedagógica y curriculares, gran parte de los programas y de las prácticas educativas continúan aferradas a la viejas tradiciones: informativas, memorísticas, acumuladoras de datos inconexos.

La mayoría de nuestros adolescentes colombianos se encuentran en la fase inicial del pensamiento formal y son excepciones quienes culminan el pensamiento conceptual. Lo cual es muy grave porque además de los efectos sociales y económicos desastrosos frena el proceso de salida del subdesarrollo. No de otra manera es posible romper las cadenas del subdesarrollo (Miguel y Julián De Zubiría (1992). Biografía del pensamiento: 63).


Este alarmante diagnóstico aún tiene cierta validez. Esto es ya muy preocupante con respecto a la educación presencial. Entonces, hay que preguntarse qué pasará con el desarrollo del pensamiento de niños y jóvenes en la nueva coyuntura donde muy posiblemente la educación presencial tendrá un fuerte acompañamiento de la educación virtual: ¿qué futuro le podremos augurar al desarrollo del pensamiento de nuestros niños? Sin duda el uso pedagógico de la tecnología es importante.

Pero,

como aún no se han investigado ni puesto a punto metodologías de enseñanza-aprendizaje que orienten de modo efectivo y eficaz el aprendizaje mediado por las nuevas tecnologías, entonces, cabe preguntar: ¿cuál será la combinación salvadora?

Como se podrá apreciar más adelante, el lenguaje, el entorno cultural del niño, el arte, las ciencias y las matemáticas juegan un papel decisivo en los procesos de desarrollo del pensamiento.

De allí que sostengamos que es de vital importancia realizar investigaciones rigurosas sobre las metodologías que deben asistir la enseñanza-aprendizaje tanto en las fases virtuales como en las fases presenciales del lenguaje, las matemáticas, las ciencias naturales, etc.

Además,

para avanzar y no retroceder, el Estado y las instituciones educativas tienen que concebir y diseñar nuevos proyectos educativos serios que sean pertinentes con la nueva coyuntura y sobre todo coherentes con el problema mayor del desarrollo del pensamiento de nuestros niños y jóvenes. Sin todo ello no se podría saber cómo avanzar y no retroceder para poder confrontar semejante problema.

Para no dejar nuestra inquietud en el aire y poder comprender la dimensión del problema que hemos enunciado, revisemos un poco el proceso de formación del pensamiento nocional en el niño y su correspondiente transformación en pensamiento conceptual.

Desde muy temprana edad el niño hace de las nociones sus primeros instrumentos de conocimiento, gracias a la mediación del lenguaje de sus padres, el aprendizaje en la escuela y el entorno cultural del niño: así, las cosas singulares o concretas y las acciones percibidas el cerebro del niño las convierte en nociones, y es justo con ellas que realiza sus primeros predicados y establece las primeras relaciones entre las cosas de sus entornos.

Por ello, en la medida que el niño va madurando la función de los padres, la escuela y los entornos culturales del niño será cada vez más que decisivo. Y hay que resaltar de sobre manera la función de la madre. Decía Freud: El niño sale al encuentro de la Cultura de la mano de su madre. Y al encuentro de la ley, sale en los hombros de su padre, planteaba Lacan. O de quienes cumplan esos papeles.

Los primeros instrumentos de conocimiento del niño son, entonces, nociones formadas sobre cosas singulares o concretas, sobre acciones, o sobre relaciones entre ellas.

Así, las nociones del niño no son mas que representaciones de objetos, representaciones de acciones o de relaciones concretas que él percibe en sus mundos. El niño lo expresa en el lenguaje mediante oraciones del tipo: “Mi mamá es linda”, “Mi papá es grande, Mi carrito está debajo de la mesa”, “Mi papá vive lejos de mi mamá”, “Mi hermanita se está bañando”.

En Biografía del pensamiento Miguel y Julián De Zubiría afirman que igual que ocurrió con nuestros antepasados los homínidos evolucionados, las primeras representaciones o nociones del niño constituyen un des-prendimiento de lo real. Es decir, el niño va tomando así distancia de los objetos y de los acontecimientos. En este des-prendimiento reside la virtud principal del pensamiento sobre todas las formas de adaptación al medio ambiente experimentadas por las especies vivas (1992: 65).

Pero las nociones tienen una limitación fundamental: “Solo permiten predicar de las cosas y de los hechos singulares” (1992, 39). Esto es, en sus primeritos años el niño sólo habla sobre entidades concretas de su mundo y sólo hace distinciones y relaciones sobre cosas singulares: “mamá”, “papá”, “ese perro”; “vamos al parque”, “ese niño vive al lado de mi casa”. Y hasta cerca de los seis años no llega a realizar ningún razonamiento inductivo y menos aún deductivo.

Como aseguran Miguel y Julián De Zubiría, entre los 6 y los 10 años se produce en el niño una prodigiosa transformación de su estructura cognitiva: transforma las nociones en conceptos. Es decir, el niño pasa de la fase del pensamiento nocional a la fase del pensamiento conceptual.

En ese proceso el niño empieza a hablar o predicar de clases, establece relaciones entre clases y realiza sus primeros razonamientos inductivos y deductivos. Es decir, el eje fundamental de la referencia del lenguaje ya no son sólo los hechos y las cosas. “El mundo deja de ser mundo–cosa– acción”. (1992, 39) Así, en un entorno de los 7 años las nociones se transforman en conceptos.


Por ejemplo,

en ese entorno el niño produce enunciados particulares tales como: “Mami, hay gente gritando en la calle”, “Algunas niños del colegio me molestan mucho”. Y también hace enunciados generales o universales del tipo: “Los gatos son animales”, “todos mis amigos son fuertes”, “todos mis vecinos tienen celular y yo no”.

A medida que el niño va siendo capaz de producir enunciados particulares y generales se va materializando la transformación de su estructura cognitiva, pues lo que está ocurriendo es que él está transformando nociones en conceptos.

Con los enunciados particulares el niño predica algo de una clase. Y con cada enunciado universal o general el niño establece principalmente una relación entre dos clases: dice, como en los ejemplos, que los gatos se incluyen en la clase de los animales y que la clase de sus amigos se incluyen en la clase de las personas fuertes.

La inclusión es una relación entre clases. Como anotan los hermanos De Zubiría: “a la humanidad le costó un millón de años realizar esta prodigiosa transformación”. (1992, 40)

La fase de transformación de la estructura cognitiva del niño que va de las nociones a los conceptos reviste una importancia vital en la biografía intelectual del ser humano y tiene que ser ampliamente comprendida tanto por los maestros como por los padres de los niños.

La diferencia entre noción y concepto es trascendental. El rol de la educación en este proceso de transformación de la estructura cognitiva de los niños es un proceso de orden capital que incidirá en todo el futuro del desarrollo intelectual de la persona. Estoy de acuerdo con los hermanos De Zubiría: No lograr está transformación en el periodo señalado haría sumamente difícil lograrlo más tarde, por no decir que sería irreversible.

No podemos dejarnos engañar. Cuando el niño está aún en la etapa nocional puede muy bien saber los números, pero no tienen ningún significado de ellos. “Cada número es un número y punto”. Cada cosa es esa cosa y punto. En esta fase el niño no puede aplicar reglas generales. Conceptos como los de números par e impar, o suma o resta, por ejemplo, no tienen mucho significado para él, porque en su cabeza cada cosa es particular. Igual ocurre en ciencias naturales. “Si le preguntas: ¿por qué algunas cosas se hunden y otras no? Él cree que se hunden porque son grandes ¿Y qué pasa con la madera? Claro, dice él, ¡no se hunde porque es grande! Lo cual sin duda constituye una contradicción performativa”. (1992, 43)

Es importantísimo saber que los conceptos se generan a la par con los cuantificadores proposicionales. Cuantificadores tales como “todo” ,“ninguno”, “algunos ”, “no todos”, “muchos”, “la mayoría”, etc. “No pueden existir cuantificadores en ausencia de conceptos y viceversa” (1992, 44).

Durante la fase del pensamiento conceptual el niño empieza a estructurar lógicamente su pensamiento. “Los conceptos dan origen a toda una lógica intraproposicional, que ciertamente es poco investigada”. También hay allí “operaciones de pensamiento restringido que el niño saca a partir del significado condensado en el concepto. Es decir, el niño extrae conclusiones tales como: “Si mamá está triste, debe sentirse mal. O quizá él piensa que está triste por eso” (1992, 44).


Igual ocurre en matemáticas. El niño debe pasar de lo concreto a lo general.

El niño que está en pleno proceso de transformación de su estructura cognitiva debe ir abandonando una gran parte de las nociones con las que forjó su mundo ¿Por qué? Porque en ese proceso las nociones son obstáculos para el aprendizaje.

Las nociones ya cumplieron su papel. No sirven. (1992: 54) Hay que desmontar los marcos nocionales. Si el paradigma del niño no cede significativamente resulta imposible que ocurra la transformación de su estructura cognitiva. El niño no avanzará del pensamiento nocional al pensamiento conceptual. Y los conceptos son la estructura primaria del pensamiento.

Hay que entender que el tránsito del pensamiento nocional al pensamiento conceptual no es un salto. Es un proceso de tres o cuatro años, dicen que se da entre los seis y nueve años. Alcanzar el nivel del pensamiento conceptual exige desprenderse de la ideología nocional.

De Zubiría y otros autores interesados por los procesos motivacionales insisten en el siguiente principio metodológico básico: “Antes que cualquier otra cosa, aprender es modificar (expandir, ajustar y desechar) los esquemas mentales mediante los cuales inteligimos algún sector de la realidad (1992: 57). El tránsito de un periodo a otro exige destruir resistencias inerciales muy intensas que se oponen al cambio.

Y no es una marcha graduada hacia formas más equilibradas.

La crisis del viejo paradigma

El pensamiento nocional se desarrolla en contacto con el mundo, gracias a las mediaciones que hemos señalado antes. Pero el proceso que conduce al pensamiento conceptual requiere de la mediación de la educación, requiere un trabajo paciente, metódico, planificado metodológicamente con ese propósito, debe ser creativo y ciertamente lúdico y muy amoroso.

Toda persona le opone una gran resistencia al cambio. Para cambiar tememos que abandonar un mundo que nos hace sentir cómodos. Romper con algunos paradigmas. Nuestros paradigmas son paraguas de certezas. Y ni qué decir de los paradigmas que dominan la Escuela y al niño mismo. Para cambiar tenemos que romper los paradigmas subyacentes que nos atan a un mundo particular, a un estado mental; en fin, a una forma de percibir, actuar, sentir y pensar.

Los problemas a los que se verá abocado mañana el sistema educativo colombiano requiere un cambio de muchos paradigmas. Debe cambiar sus intereses, metas, enfoques y programas en la enseñanza de la lengua, la literatura, las matemáticas, etc. Porque estas no sólo son insuficientes, sino que, y aún más grave, son sumamente inadecuados para apoyar o conducir semejante proceso de transformación de las estructuras cognitivas de los niños colombianos.

Al meditar sobre lo trascendental de este proceso de transformación de la estructura cognitiva del niño, y particularmente sobre el estado de cosas de la educación que debemos enfrentar hoy, no dejan de ser perturbadores los problemas que al respecto hemos realzado con la ayuda de los hermanos De Zubiría.

Por ahora,

sin ver el panorama completo que se abrirá mañana yo no sabría muy bien qué proponer. Necesitamos un panorama más amplio. Pero sí sé que los cambios de paradigmas en la enseñanza y en el aprendizaje y el papel que jueguen en estos procesos los padres, el nuevo entorno cultural y la Escuela será más que decisivo.

También sé que la crisis y el caos conducen con frecuencia puntos de inflexión o de ruptura, puntos que debemos saber gestionar.

Quizá en un próximo artículo podamos abordar el asunto de los cambios de paradigmas metodológicos y proponer algunas estrategias metodológicas de corte general.

Analizar el papel del caos, la importancia que tienen el método mayéutico y la construcción de narraciones en la educación en tanto que estrategias didácticas.

Y

también hablar un poco sobre el papel que pueden llegar a cumplir en la formación del pensamiento conceptual algunos dispositivos tecnológicos de mediación didáctica.



Raúl Gómez Marín.

Asesor pedagógico de INVENTÓPOLIS.

Magíster en filosofía de la ciencia y en matemáticas puras de la Universidad Sorbona (París Francia. Con más de 35 años en el mundo de la docencia y un gran número de investigaciones y publicaciones académicas.

Apasionado por la lectura, los viajes y las caminatas en la montaña.

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