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Científicos en casa

¿Dónde habitan los científicos?¿Será que la ciencia ocurre únicamente en los laboratorios?

Si entendemos a la ciencia como una manera de generar conocimiento, hemos de comprender que pueden existir e incluso convivir diversas maneras de hacerlo. La ciencia tal y como la conocemos, es tan solo una manera de hacerlo.

Para dar respuesta a las preguntas iniciales, topoblogger, en esta ocasión nos adentraremos a comprender a grandes rasgos lo que es el método científico. A partir de estas reflexiones podrás identificar cómo la ciencia puede habitar otros espacios distintos a un laboratorio.

Hay muchas maneras de conocer. Exploremos la propuesta por la ciencia… tal vez hasta se nos pueda ocurrir alguna propia, ¿no te encanta la idea?

Pregunta + exploración + hipótesis + experimentación = ¡Conocimiento científico!

La anterior ecuación muestra los ingredientes más importantes y característicos del conocimiento científico. Una manera de acercarse al mundo para conocerlo, que hace parte de los seres humanos desde que nacemos y que tiene que ver con eso que los estudiosos han llamado racionalidad, aquél conocimiento que se puede comprobar materialmente, que es observable, que se puede tocar, contar, etc.

Vamos a explorar cada uno de los elementos de nuestra ecuación mediante un ejercicio:

Si pensamos en un ser humano que no lleve más de doce meses vivo, podemos imaginarlo sentadito, con su pañal, sus ojos abiertos de par en par, sus manos inquietas y tal vez uno que otro moquito en la cara también [sonrisa].

Imaginemos que está sentado sobre las baldosas del piso de una casa y que tiene hambre, a pesar de que aún no sepa nombrarla. ¿Qué hace? Observemos.

La pregunta:

Para nuestro Topoamigo, hay una realidad que debe atender porque su cuerpo se lo demanda. De allí proviene una pregunta: ¿Qué se podrá comer para saciar su apetito?

La exploración:

Posterior a la pregunta, que proviene de un conocimiento previo que ha permitido, primero, identificar que tiene hambre y, consecuentemente, imaginar cómo puede dejar de sentirla, llega la hora de ponerse en movimiento y comenzar a identificar las cosas que puede encontrar a su alrededor mediante sus sentidos.

Es decir, comienza a explorar.

Como vimos en una publicación anterior, la exploración se da cuando tenemos un contacto directo con lo que nos rodea para permitir que, a partir de nuestros sentidos, nuestro cerebro convierta esa experiencia sensorial en información para tomar decisiones. En este momento podremos ver a nuestro amigo moviéndose, mirando hacia varios lados, acercándose a distintos objetos que explorará con sus manos, sus ojos, su lengua. De todos ellos sacará deducciones: “esto que me sostiene cuando mis padres están comiendo es muy sólido; esta cosa redonda y brillante no sabe a nada…”.

De cada cosa que explora y convierte en información, irá construyendo un mapa de asociaciones hasta que pueda encontrarse con algo que le resulte familiar y que sume varias de las características de las cosas que él sabe que le sacian el hambre.

La hipótesis

A partir de su sensación de hambre, que lo lleva a preguntarse por algo que pueda hacer para atenderse, formula lo que puede ser una posible solución a su problemilla.

Es decir, activará su imaginación.

A esto le llamaremos hipótesis y la formulará así: a partir de su experiencia anterior, sabe que la mayoría de cosas que se mete a la boca cuando se siente así, le ayudan a dejar de sentir esas cosquillas en el estómago. Por ello, formulará hipótesis respecto a las cosas que puede llevarse a la boca y que surtan el efecto esperado.

Si pudiésemos traducir sus pensamientos incipientes, sonarían similar a esto: “si me meto a la boca esa masa que está debajo del mueble y que tiene un color parecido al líquido tibio que me dan mis padres, dejaré de sentir hambre”.

Esta afirmación solo podrá corroborarse o refutarse. Es decir, solo podrá comprobarse positiva o negativamente.

O sea, solo se podrá decir si es cierto o si no lo es. Para ello, será preciso poner a prueba la hipótesis. Es decir, habrá que experimentar.

La experimentación:

Podremos ver a nuestro topoamigo acercándose a aquella masa blanca debajo del mueble, acercando la mano, tomándola y, consecuentemente, llevándosela a la boca. ¡Guácala!, no sabe para nada a la leche que le dan sus padres.

La hipótesis es falsa.

Habrá que formular otra y disponerse a continuar experimentando, aunque siempre está el recurso de llorar para que venga mamá.

En medio de la anterior secuencia que es un ejemplo de cómo comienza a funcionar lo que algunos estudiosos llaman pensamiento científico o pensamiento lógico deductivo, se ha mostrado una secuencia lógica para producir conocimiento del mundo en el que se habita para ponerlo en función de alguna necesidad humana.

Como bien sabemos:

Las necesidades humanas son de distinta índole. La necesidad de expresión, por ejemplo; la necesidad de recibir y dar afecto; la de ser autónomos y responsables; la necesidad de compartir con los demás.

Cada una de ellas conllevará a formular preguntas concretas para las que el método científico anteriormente retratado podrá mostrar una manera organizada de resolverla.

Ahora, si pudiésemos señalar la característica más notable del método científico es la organización detallada y sistematizada de la información que se va recibiendo.

Es decir,

La secuencia lógica que propone el método científico ha sido tan exitosa –entre otras razones que no vienen a lugar en este momento- debido a que se ha ocupado de escribir, dibujar y crear todo un lenguaje para ir registrando los hallazgos que han venido de cada una de las veces que ha puesto a funcionar la ecuación:

pregunta+exploración+hipótesis+experimentación.

Todos esos lenguajes, dibujos y palabras pueden ser lo que son las fotografías: aquello que nos permite volver a momentos específicos, recordar cosas que ocurrieron, las consecuencias que trajeron y los aprendizajes que nos quedó de esa experiencia fotografiada.

De todo esto, podemos decir que el método científico conduce a crear nuevas cosas a partir de un montón de cositas que vamos acumulando y registrado como científicos.

En época de confinamiento, a pesar de que los estímulos pueden estar restringidos al espacio del hogar familiar y a la información digital proveniente de internet, las necesidades pueden ser otras.

¿Qué será de los científicos si les toca estar en casa cuidándose?¿Qué tal si aplicamos el método científico para averiguar qué tipo de necesidades, de preguntas, hipótesis y soluciones podemos inventarnos?

Mientras estamos en casa podemos inventarnos una nueva manera de conocer y de atender a nuestras necesidades, nuestros gustos y nuestros intereses. ¿Si no necesitamos ahora un laboratorio, qué necesitaremos?

Con que tengamos nuestros sentidos despiertos y registremos aquello que observamos ya sea dibujando, escribiendo, tomando fotos, grabando videos o archivos de audio, podremos conocer científicamente nuestro hogar.

Lo más divertido de todo es que podrán ser maneras de construir lazos afectivos entre familiares y podremos poner a funcionar nuestra imaginación.

¿Experimentamos el método científico?

Yo ya tengo mi libreta y mis ojos bien abiertos. ¡Vamos!


Amalia Yanuba Vega Quiñones.

Tallerista de INVENTÓPOLIS.

Antropóloga de la Universidad de Antioquia y estudiante de Maestría en Desarrollo Educativo y Social de la Universidad Pedagógica Nacional convenio CINDE.

Cantaora de bailes cantados del caribe colombiano, cinéfila y coleccionista de chistes malos. La mamá le va a regalar una calle por todo lo que disfruta vivir la ciudad y caminar entre sus calles, sus gentes y sus historias.

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